01 de gener 2007

Cuaderno One - Page 46

Svedlana vino de Rusia y empezó limpiando casas. Las cosas se pusieron difíciles y terminó en la prostitución. Esta viviendo los fines de semana en casa de Carlos. Hoy hemos ido a comer. Comida Rusa. Svedlana ha cocinado. Después de comer, nos enseña las fotos de su hijo y de su perro, que están con sus padres en Rusia. Hace dos años que no les ve. La imagen de su hijo ya no es la de su hijo, un niño en dos años cambia mucho. La Svedlana de las fotos, tampoco es la de ahora. Sentados en el sofá hablamos un poco. Svedlana, cansada, se duerme. La vida es atroz para Svedlana. Dormida en el sofá de Carlos, con las fotos de su hijo en la mano, parece su ángel de la guardia. Es su ángel de la guardia, el que ella nunca ha tenido.

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El día 14 de Febrero de 1993 sufrí un accidente. No fue mortal, pero las complicaciones surgidas los siguientes cinco años casi lo son. Todo terminó el 21 de Julio de 1998. Me divorcié.

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Estuve limpiando culos a domicilio durante un tiempo. No fui consciente de ello. No me di cuenta hasta pasado un tiempo hablando con un “limpia culos” profesional. Lo sorprendente no fue que fuera capaz de limpiar culos, sino que fuera capaz de limpiar aquellos culos, él no lo hubiera hecho ni por dinero.

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Me operé de los oídos por insistencia de mi médico y del entorno. Ahora oía todo perfecto. Oía todo y oía perfecto. Mi cerebro sufrió un colapso, una tortura de interferencias acústicas que había que procesar y enloqueció.

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Nunca llegué a ver la realidad, tal cual, como sí la vieron los demás. Siempre imaginé lo que seria, pero nunca la vi directamente. Fui como el jardinero que planta y nunca ve las flores, solo las semillas. En alguna ocasión se me dejó ver alguna flor, nada, un instante, constaté entonces, que todo era en realidad, como había pensado que seria.

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Yo desnudo y ella desnuda, frente a frente. Sabía que yo ganaba, que yo ganaría, pero aún así, mi cerebro observó la posibilidad del yo perdedor y además, me lo recordó toda la vida.

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Debería haber la posibilidad de borrar imágenes del cerebro a discreción de forma fácil y sencilla. Debería estar además al alcance de todos. Seriamos más felices. Borraría todas las imágenes que se aliaban con mi cerebro para torturarme.

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Hay dos tipos de hombres, los que conocen y saben que el punto a estimular se encuentra en el recto, muy cerca del ano y que el máximo placer se alcanza penetrándose analmente con un dedo, por ejemplo, y acariciando con leves pulsiones dicha zona, y los que lo ignoran, lo quieren ignorar o no han llegado al final de este texto.