31 de desembre 2006

Cuaderno One - Page 44

Durante muchos años vivimos atrapados en la aritmética del lobo. La aritmética de hacer o no hacer algo por si venia el lobo. Me despertaba helado. Cansado. Con más sueño que antes de ir a dormir. Sin el menor aliento de salir a la vida.

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Espero no decepcionarte, pero si algún día me equivoco, espero también, que el dolor no borre de tu corazón, todo lo que sientes ahora.

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Mirar a través del cristal, no el cristal. Mirar a donde apunta el dedo, no el dedo.

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Somos una acumulación de recuerdos. La personalidad consiste en la selección que hacemos de ellos.

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Superar los actos repugnantes forma parte de ser adulto.

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Me desperté y sentí que nada había cambiado. Que todo volvía a ser como antes. Como siempre. Atrapado en las mismas cosas. Tuve la sensación de que nunca saldría de aquello. Después pensé que a lo mejor nadie había salido.

- Dijiste que me perdonarías cualquier cosa. – dijo ella.
- Si, te perdono. Te perdono y sigo mi camino. – contestó él.

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Cae la oscuridad. Llevo aquí todo el día. Todo el día esperando este momento. Esperando que caiga la oscuridad. Lentamente. Solo en ese momento, en ese instante, puedo sentir eso. Sólo. Sólo conmigo y mi alma, veo las cosas con claridad.

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Volé a New York por amor en repetidas ocasiones. Volé a Venecia, también, por amor, otras tantas. Con tanto vuelo el amor se desgastó hasta desaparecer. No volví a volar por miedo a perder el amor otra vez.

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Hacia tiempo que no la veía. La verdad es que la recordaba fea, pero todavía lo está más. Viene con una amiga, fea también, pero no la supera. Me la miro bien, en realidad está idéntica. Su nariz puntiaguda hacia abajo. Sus labios, apenas dos rayitas que se hunden debajo de la nariz, no lo son. Sus gafas plateadas de patas afiladas, refuerzan su aspecto repelente. No se que edad tiene en realidad. Creo que es mayor que nosotros. Su aspecto es anticuado. Su ropa fea, pasada de moda. Pero lo peor, es su actitud de madre superiora.

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Leo que en África la noción del tiempo es distinta. Un condenado a cuatro años de cárcel, puede morir de tristeza pensando que aquello es para toda la vida. Es como si el futuro a largo plazo no existiera. Enfermé de ese mal durante unos años de mi vida. La incertidumbre era constante. Una losa que agotaba y adoloria el cuerpo.

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Hoy cojo un avión. Es temprano. Es de noche. Amanece. Haciendo cola para facturar veo a uno de mis ex-jefes. El mejor que tuve. El más humano. Yo me marcho de vacaciones, el que va a trabajar. Rutina mil veces repetida. Volamos juntos multitud de veces. Limpiamos culos en todas partes Yo ya no vuelo. Él sigue volando. Me escondo un poco. Tengo ganas de saludarle, es un gran tipo, pero él sigue limpiando culos, yo ya no, y se me notaria en la cara. No quiero avergonzarle, quizás no sucedería, pero por si acaso, no le saludo. Da igual, tampoco me reconocería.

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Gané, pero no me di cuenta de ello.

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Mikel es gay, critico de música y agudo hasta el punto de la corrosión. Rie con una carcajada profunda propia de cantante de ópera. Escribe que Sabina, es “la hez”. También escribe a su mujer de la limpieza: “Hay que limpiar los armarios de la cocina a fondo (por dentro)”.

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Lo han vuelto a medir. El K2 es el pico más alto del mundo. Más que el Everest. Hemos vivido en un error des del principio. Hago un esfuerzo de imaginación para entender como se miden esas cosas, pero me resulta imposible. ¿Que pensará Hilary? ¿Y el que realizó las primeras medidas en las que hemos creído hasta ahora? Preguntado por la cuestión, Reinold Messner declara: “Mejor, alcancé antes la cumbre del K2 que la del Everest”. Me quedo más tranquilo.

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Dice: “La comunicación es numero uno”. Habla mal el español porque es belga. Parece que los extranjeros, aún con años de residencia en un país, tienden siempre a hablar como Tarzán.
La verdad es que en mi trabajo tienes que oírte decir de todo. Lo dice de buena fé porque cree que tengo problemas de comunicación, pero es todo más simple, no tengo nada que decir. Además la comunicación no es exclusivamente hablar, hay comunicación más allá de la palabra. Oyendo, mirando y exhibiendo mi repertorio de muecas, tengo suficiente. Cheeta ya lo sabía.